Yankee go home...with me.
Hoy decidí gracias a Youtube, armar unas notas sobre la música americana y la “especial” importancia que tuvo para mi generación.
En la Cuba de mi temprana juventud, nos obligaban a repetir que vivíamos en un Paraíso. Para no romper las alegorías bíblicas; hoy a muchos años de distancia, puedo afirmar que la “Música americana”, terminó siendo “El fruto prohibido” y que la vehemente pasión con que la escuchábamos, devino en nuestro pecado original. Los campos de concentración UMAP (Google-it!) fueron nuestro castigo. Confieso que hubiéramos preferido la correspondiente “Expulsión del Paraíso”, con espada de fuego incluida indicándonos hacia “El Norte”…como Dios manda.
También confieso que toda esta simbología religiosa, la he tomado de pautas establecidas, antaño, por nuestro Comediante en jefe: que a sus 33- años-Cristo un día (de Dios) 1ro de enero de1959, le “ñampitió” el trono a Fulgencio Pilatos.
Ya para 1966, la mermada industria ligera del país, apuntaba a su desaparición. Primero desaparecieron los anuncios comerciales del total de los productos cotidianos, seguidos por la también desaparición, de los productos antiguamente anunciados.
Todo lo que otrora nos fue familiar, desaparecía como por arte de Magia…negra.
Gene Pitney / Kepp Telling Yourself
En los finales de ese año, ya había yo regresado a Cienfuegos, mi ciudad natal, con dos propósitos; estudiar formalmente arte y alejarme lo más posible del infame CDR (Google-it!) informante e imperante del pueblo donde crecí. Durante la despedida, una enlutada mujer y madre del joven vecino que se había suicidado, recién salido de la UMAP; me obsequió un LP de Gene Pitney (obviamente música americana). Había sido parte de las pertenencias de su infortunado muchacho. Quizás la única manera de protestar calladamente su dolor.
Por mucho tiempo conservé el disco y aunque me encantaba, no pude oírlo frecuentemente, pues no tenía Tocadiscos. Sumándole que mis estudios de arte eran en un colegio Internado con disciplina militar. A veces lo llevaba, como mi aporte a algunas fiestas de ocasión, sin olvidar jamás su triste procedencia.
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