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Monday, July 8, 2013

Magali Alabau / Azul / Diario de Cuba


Azul
El rictus perenne de mis labios
dibuja desbordante asombro
al ver en una foto la fachada
del edificio donde nací,
restaurada,
como llaman a ese borrón histórico
que insiste poner orden
a los hechos,
edificio donde viví y ahora llaman
patrimonio de la patria,
lugar que recuerdo como un palacio
fin de siglo,
de escaleras de mármol
y ventanas con vitrales color vino
con largos corredores y pisos de mosaicos
negros blancos de un ajedrez imaginario
donde yo entre los muebles
patinaba.
Han borrado mi infancia
con ese azul cake de cumpleaños,
azul sin mar,
sin luna,
azul sin niebla ni reinados.
Debería enviar una carta al aguacil
del pueblo,
quejarme,
decir que han arrasado con mis juegos,
con la acera donde montaba bicicleta
y el auto negro que puntual esperaba
llevarnos a la playa.
¿Podría emocionarme
al entrar nuevamente a mis cobijas
buscando la vitrina que guardaba chocolates,
ahorrados en ese museo exótico y estático
que abuela concebía?
Ese azul turista no encaja en ese espacio
en que reinaba un sutil calvinismo
y rezábamos el Padre Nuestro
al principio del almuerzo y las comidas,
donde cerca de mi cama se encontraba
la sabiduría de un tercer ojo que lo veía todo
hasta el ritual de tomar un vaso de leche
servido por el ángel de la guarda.
En la adusta sala, rodeada de muñecas,
—oficina ahora del guardador del pueblo,
creció el universo.
¿Podría ese azul de todos,
azul de burócrata aburrido
eliminar con un brochazo
la paz de ese santuario
donde la compasión era aprendida?
¿Podrá ese azul de chapas y descaro
hacerme olvidar los rostros
de un hogar
donde apenas se hablaba
o se reía?


Magali Alabau nació en Cienfuegos en 1945. Sus últimos libros publicados son Dos mujeres(Betania y Centro Cultural Cubano de Nueva York, Madrid, 2011) y Volver (Betania, Madrid, 2012).

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