Pages

Monday, August 1, 2011

Testimonio de presencia No. 7


La vida no vale nada si se sorprende a un hermano cuando supe de antemano lo que se le preparaba”... cantaba Pablito. Líneas como estas eran un burdo insulto a nuestra inteligencia. ¿Que valor de lo primordial humano sobrevivía en la vida social de nuestra…esa isla? Con 20años de ignominia para el entonces de la cancioncita y los 30 y pico más que ha llovido.
Hoy día, y en USA; janeárselo por gusto, pagando con moneda dura; sí que le resta el valor a la vida en el más amplio sentido universal. Cada vez me sorprende en demasía mi “hermano” cubano, cuando (sí) sabe de antemano lo que se le prepara.
Por lo visto el fondillo musical, necesario para algunas referencias de mi Testimonio de presencia del pasado, hoy me re visitan en mi tercera edad, cansado y desesperanzado. Exactamente interpretadas por las mismas cara de palos de siempre, como si nada. Suavemente matándome con la canción.
Bueno, como no soy escritor, y creo reconocer mis limitaciones; me horroriza ocupar demasiado con letritas el blanco campo visual. Por lo que, me enfilo de vuelta a narrar un poco en torno a la cabeza fotografiada del reo y su época.
En 1976 tenía yo 25 años. Trabajando para los Medios Audiovisuales del Ministerio de Educación, desde mis 18; con antecedentes psiquiátricos (que muy bien encajarían en verdaderos), y un pasado incierto creados magistralmente por un doctor como caído del cielo. Solución necesaria para un “temporal borrón” de la enorme mancha adormecida en mi expediente de la Escuela Nacional de Artes.
Ganaba prácticamente el mas bajo sueldo posible de aquella época, 71,95 en pesos cubanos al mes (¡ja!). Unos tres dólares en el mundo real. Tenia que vender en “la bolsa negra” por veinte pesos, las dos cajas de cigarros que como adulto con un par de pesos me (tocaban) por la Libreta-cartilla de racionamiento, para mejorar mis ingresos.
Gracias a mi interés por tejidos manuales como expresión artística, después, pude también inventarme hacer Bandoleras (bolsos con flecos), los cuales vendía por 30 pesos, legalmente, en La Plaza de la Catedral habanera.
El prestigio de mis tejidos me dio la posibilidad de ser un ideal candidato para un nuevo proyecto del Ministerio de Comercio Interior. En este mismo año comienzo a trabajar para el Centro de Investigación y Diseño del ministerio ya citado.
La vida al 'rojo vivo' que me tocó vivir, hasta entonces, se tornaba engañoso rosa, pero el mucho negro ocupando la pantalla de este escrito me obligan a dejar los detalles para mi próximo testimonio que muy en blanco espera.

Nota al comentario:
Zoé, ¡Que horror! O sea; otra “bolsa” más por caer.

1 comment: