DES-ART-CHIVANDO:
Cepp Selgas / Parca y tiñosa / Tinta sobre papel / 8X8in. / 1975 / Signos Magazine, 1976.
Un portafolio digital de mi obra; eso ha sido el objetivo principal de mi blog desde su comienzo. Pero muy pronto descubrí que para poder presentarlo, tenía que redactar textos complementarios, y que mis posibilidades para hacerlo en ambas lenguas eran poco menos que decentes. En el pasado; “el futuro” que yo me traía entre manos no incluía redactar largos textos y mucho menos “la invasión digital”.
Mi incapacidad en este asunto, tanto en español como en inglés, ha sido todo un reto.
Gracias a Gustavo y Diana, amigos que en varias ocasiones corrigieron, transcribieron mis burradas y se tomaron el tiempo de explicarme algunas reglas, pude atreverme a empezar a “hablar bloguerias”, en ambas lenguas, para desgracia de todos…y de dos muy en particular: Cervantes y Shakespeare.
De todas formas termina siendo un buen ejercicio mental, para reliquias sobrevivientes como yo, con más de medio siglo y raspando 60.
Lo otro es que no soy simplemente “un artista con blog”-soy un artista “cubano” con blog. ..caballeros lo de Cuba no tiene nombre y no es fácil.
Siempre trato de publicar mi “DES-ART-CHIVANDO” acoplado con temas de actualidad. El de hoy cierra la publicación de imágenes que Evo-can el tema pato-lógico que me ocupaba en varios de mis anteriores Posts.
¡Ave-maría estoy hecho un Barbarito Diez!
*
Cepp Selgas / Tiñosas - Tiñosas / Tapiz / 30X30in. / 1977.
Wednesday, April 28, 2010
Tuesday, April 27, 2010
Hablando Bloguerias No.29
The Sweet Bird Of Youth
Cepp Selgas / Tecnica mixta sobre papel / 18X24in. / 1987.
DES-ART-CHIVANDO:
El dulce pájaro de la juventud, forma parte de una serie de papeles que yo realicé a finales de los 80, en los que más allá del acostumbrado “acrílico sobre papel”, usé lápiz, crayón y Scotch-Tape como recurso experimental del tratamiento de la superficie en la obra pictórica.
Esta serie fue un trabajo independiente y a la vez muy similar estilísticamente a otra superproducción en la que trabajamos Ernesto Briel y yo, para ese entonces, pues estábamos publicando con la revista Art Works originado por los artistas emergentes de la ciudad de Nueva York, de formato 8 ½ X 11 in., con una edición limitada de 100 ejemplares, conformados por obras originales de otros muchos artistas.
El dinero generado por las ventas de estas originales revistas de arte, era usado para los costos de encuadernación, divulgación y promoción, etc.
Lamento mucho haber extraviado, en mis mudadas por el mundo estos históricos artefactos. Espero que en el misterioso futuro pueda tropezarme con ellos.
Al menos conservo la información de las tres ediciones en las que participamos Ernesto Briel y yo: “Art Works”, 1987-88, Vol. 4, No. 6, Diciembre –Enero, “Art Works”, 1987, Vol. 4. No. 4, Agosto-Septiembre, y “Art Works”, 1987, Vol. 4, No. 3, Junio-Julio.
Un producto completamente hecho a mano-para los ojos, y por amor al arte.
Cepp Selgas / Tecnica mixta sobre papel / 18X24in. / 1987.
DES-ART-CHIVANDO:
El dulce pájaro de la juventud, forma parte de una serie de papeles que yo realicé a finales de los 80, en los que más allá del acostumbrado “acrílico sobre papel”, usé lápiz, crayón y Scotch-Tape como recurso experimental del tratamiento de la superficie en la obra pictórica.
Esta serie fue un trabajo independiente y a la vez muy similar estilísticamente a otra superproducción en la que trabajamos Ernesto Briel y yo, para ese entonces, pues estábamos publicando con la revista Art Works originado por los artistas emergentes de la ciudad de Nueva York, de formato 8 ½ X 11 in., con una edición limitada de 100 ejemplares, conformados por obras originales de otros muchos artistas.
El dinero generado por las ventas de estas originales revistas de arte, era usado para los costos de encuadernación, divulgación y promoción, etc.
Lamento mucho haber extraviado, en mis mudadas por el mundo estos históricos artefactos. Espero que en el misterioso futuro pueda tropezarme con ellos.
Al menos conservo la información de las tres ediciones en las que participamos Ernesto Briel y yo: “Art Works”, 1987-88, Vol. 4, No. 6, Diciembre –Enero, “Art Works”, 1987, Vol. 4. No. 4, Agosto-Septiembre, y “Art Works”, 1987, Vol. 4, No. 3, Junio-Julio.
Un producto completamente hecho a mano-para los ojos, y por amor al arte.
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Cuban Artists,
Ernesto Briel,
New York,
Selgas,
USA.
Monday, April 26, 2010
Hablando Bloguerias No.28
DES-ART-CHIVANDO
*
Cepp Selgas / Stars of Silence / Oil on canvas / 60X36in. / 1984.
Yo siempre admiré la magnifica obra de Constantin Brancusi, desde mis tiempos de estudiante de arte en la cuba 60'-70'. Razón por la cual en 1980, visitando por primera vez el Museo de Arte Moderno de Nueva York, tuve como uno de mis principales objetivos ver por fin su obra frente a frente.
La obra escultórica de Brancusi tiene mucho de totémica debido a que las columnas típicas en la arquitectura-rustica de su Rumania natal son la fuente primordial de inspiración en gran parte de su famosísima producción artística. Es muy común recordar a este genio de la síntesis visual por su famosa Columna infinita y La mesa del silencio, piezas que fueron la inspiración para mi totémico homenaje Stars Of Silence.
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Cepp Selgas / Stars of Silence / Oil on canvas / 60X36in. / 1984.
Yo siempre admiré la magnifica obra de Constantin Brancusi, desde mis tiempos de estudiante de arte en la cuba 60'-70'. Razón por la cual en 1980, visitando por primera vez el Museo de Arte Moderno de Nueva York, tuve como uno de mis principales objetivos ver por fin su obra frente a frente.
La obra escultórica de Brancusi tiene mucho de totémica debido a que las columnas típicas en la arquitectura-rustica de su Rumania natal son la fuente primordial de inspiración en gran parte de su famosísima producción artística. Es muy común recordar a este genio de la síntesis visual por su famosa Columna infinita y La mesa del silencio, piezas que fueron la inspiración para mi totémico homenaje Stars Of Silence.
Sunday, April 25, 2010
Hablando Bloguerias No.27
DES-ART-CHIVANDO:
Cepp Selgas / El juego de la oca / tinta sobre papel / 1975 / Signos Magazine,1976 / Cuba.
Al principio de mis búsquedas en el "Tessellation-Art" me di cuenta que los temas de aves y peces, formaban gran parte del arte de M.C. Escher. Encontrar soluciones interesantes entorno a estas siluetas con un carácter personal y original me parecía prácticamente imposible. Pero gracias a mi interés por otras siluetas de carácter mas geométrico y universales como la estrella pentagonal y la del huevo, pude realizar varios dibujos con el tan reconocido tema Escheriano.
Cepp Selgas / El juego de la oca / tinta sobre papel / 1975 / Signos Magazine,1976 / Cuba.
Al principio de mis búsquedas en el "Tessellation-Art" me di cuenta que los temas de aves y peces, formaban gran parte del arte de M.C. Escher. Encontrar soluciones interesantes entorno a estas siluetas con un carácter personal y original me parecía prácticamente imposible. Pero gracias a mi interés por otras siluetas de carácter mas geométrico y universales como la estrella pentagonal y la del huevo, pude realizar varios dibujos con el tan reconocido tema Escheriano.
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Cuban Artist,
Signos Magazine,
Tessellation.,
USA.
Saturday, April 24, 2010
Hablando Bloguerias No.26
Y de lo que pica el pollo...
*
Cepp Selgas / Back Door / Oleo sobre tela / 60X20in. / 1983.
DES-ART-CHIVANDO:
Debido a que el pollo prohibido de “Evo” es todo un “hit” en el Internet y en el mundo no-virtual (sólo comparado con la famosísima manzana prohibida de “Eva”) he apelado a publicar hoy esta imagen blanco y negro de mi único “cuadro-con-pollo”, que yo recuerde. Y que dicho sea de paso, mi único cuadro en Sotheby’s y en la colección Kellogg's, que yo recuerde.
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Cepp Selgas / Back Door / Oleo sobre tela / 60X20in. / 1983.
DES-ART-CHIVANDO:
Debido a que el pollo prohibido de “Evo” es todo un “hit” en el Internet y en el mundo no-virtual (sólo comparado con la famosísima manzana prohibida de “Eva”) he apelado a publicar hoy esta imagen blanco y negro de mi único “cuadro-con-pollo”, que yo recuerde. Y que dicho sea de paso, mi único cuadro en Sotheby’s y en la colección Kellogg's, que yo recuerde.
Friday, April 23, 2010
Mariel en sus treinta / Reinaldo Garcia-Ramos
Del lado de la verdad
Segunda parte de un articulo tomado del DIARIOdeCUBA.net
*
El poeta y editor Reinaldo García Ramos / Miami, 2006 / Foto:George Riverón.
Del lado de la verdad
A los escritores y artistas que vinimos por Mariel nos fue doblemente difícil imponernos y presentar nuestras obras en los medios existentes en Estados Unidos y otros países, precisamente porque muchos círculos de la cultura establecida y algunos incluso de la cultura hispana en Estados Unidos aceptaron esa imagen maniquea. Nosotros habíamos llegado con unas ansias enormes de desarrollarnos como creadores y de mostrar el producto de nuestro trabajo, porque durante muchos años en Cuba nos habíamos sentido asfixiados y sojuzgados por la censura y la inflexibilidad ideológicas (sobre todo durante el estancamiento cultural del decenio de los 70). Esos prejuicios de que hablo nos dificultaron bastante el camino, pero al final logramos imponernos.
Uno de los hechos capitales de esa lucha fue la fundación en 1983 de Mariel; revista de literatura y de arte, que se mantuvo hasta 1985, publicó ocho números, y dejó una huella profunda en la cultura cubana del exilio. La revista surge precisamente para abrir ese espacio que nos negaban ciegamente en muchos entornos e instituciones. Trimestralmente, para costear cada número, cada uno de los integrantes del Consejo de Editores (Reinaldo Arenas, Juan Abreu, Marcia Morgado, Roberto Valero, Carlos Victoria, Luis de la Paz, René Cifuentes y yo) pondría 100 dólares de su propio bolsillo. Era un sacrificio enorme para unos refugiados que ni siquiera tenían aún sus documentos de inmigración en regla, pero acometimos la tarea con entusiasmo y convicción.
En sus dos años de existencia, Mariel aglutinó a numerosos creadores, sobre todo cubanos exiliados de todas las edades, pero también latinoamericanos y de otras culturas. La sección Confluencias realzó la obra de escritores prestigiosos de épocas anteriores (como José Lezama Lima, Virgilio Piñera y Carlos Montenegro). No cabe duda de que la revista dejó una huella en el entorno cultural del exilio. Pero además comenzó a forjar una imagen de los cubanos exiliados más compleja y profunda en los medios de prensa norteamericanos. Tras la salida del Número 5, en que publicamos una sección sobre los cubanos y su relación con la homosexualidad, un importante diario muy poco propenso a reflejar aspectos positivos de nuestro exilio dedicó a la revista Mariel un artículo de primera plana (James Brooke: Cuban Exiles Are 'Delirious' About U.S. Literary Freedom, The New York Times, agosto 22 de 1984).
Mariel dejó de publicarse en 1985. Sin embargo, en estos 30 años los artistas y escritores del éxodo no hemos dejado de trabajar, y a estas alturas ninguna persona informada sobre la evolución de la cultura cubana del exilio podrá negar nuestro aporte, nuestra significación. Hemos sufrido pérdidas considerables, en ocasiones a consecuencia del sida; pero todos los que no están ya con nosotros (Arenas, Valero, Victoria; pintores como Carlos Alfonzo, Ernesto Briel, Juan Boza, entre muchos otros) han dejado una obra considerable, forjada en libertad. Y los que aún estamos con vida seguimos trabajando, convencidos hoy, más que nunca, de nuestra misión como intelectuales: estar siempre del lado de la verdad. Nuestro país ha sufrido durante demasiado tiempo una sobrecarga de mentiras.
Reinaldo García Ramos.
Viernes 23 de Abril de 2010, Miami.
Segunda parte de un articulo tomado del DIARIOdeCUBA.net
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El poeta y editor Reinaldo García Ramos / Miami, 2006 / Foto:George Riverón.
Del lado de la verdad
A los escritores y artistas que vinimos por Mariel nos fue doblemente difícil imponernos y presentar nuestras obras en los medios existentes en Estados Unidos y otros países, precisamente porque muchos círculos de la cultura establecida y algunos incluso de la cultura hispana en Estados Unidos aceptaron esa imagen maniquea. Nosotros habíamos llegado con unas ansias enormes de desarrollarnos como creadores y de mostrar el producto de nuestro trabajo, porque durante muchos años en Cuba nos habíamos sentido asfixiados y sojuzgados por la censura y la inflexibilidad ideológicas (sobre todo durante el estancamiento cultural del decenio de los 70). Esos prejuicios de que hablo nos dificultaron bastante el camino, pero al final logramos imponernos.
Uno de los hechos capitales de esa lucha fue la fundación en 1983 de Mariel; revista de literatura y de arte, que se mantuvo hasta 1985, publicó ocho números, y dejó una huella profunda en la cultura cubana del exilio. La revista surge precisamente para abrir ese espacio que nos negaban ciegamente en muchos entornos e instituciones. Trimestralmente, para costear cada número, cada uno de los integrantes del Consejo de Editores (Reinaldo Arenas, Juan Abreu, Marcia Morgado, Roberto Valero, Carlos Victoria, Luis de la Paz, René Cifuentes y yo) pondría 100 dólares de su propio bolsillo. Era un sacrificio enorme para unos refugiados que ni siquiera tenían aún sus documentos de inmigración en regla, pero acometimos la tarea con entusiasmo y convicción.
En sus dos años de existencia, Mariel aglutinó a numerosos creadores, sobre todo cubanos exiliados de todas las edades, pero también latinoamericanos y de otras culturas. La sección Confluencias realzó la obra de escritores prestigiosos de épocas anteriores (como José Lezama Lima, Virgilio Piñera y Carlos Montenegro). No cabe duda de que la revista dejó una huella en el entorno cultural del exilio. Pero además comenzó a forjar una imagen de los cubanos exiliados más compleja y profunda en los medios de prensa norteamericanos. Tras la salida del Número 5, en que publicamos una sección sobre los cubanos y su relación con la homosexualidad, un importante diario muy poco propenso a reflejar aspectos positivos de nuestro exilio dedicó a la revista Mariel un artículo de primera plana (James Brooke: Cuban Exiles Are 'Delirious' About U.S. Literary Freedom, The New York Times, agosto 22 de 1984).
Mariel dejó de publicarse en 1985. Sin embargo, en estos 30 años los artistas y escritores del éxodo no hemos dejado de trabajar, y a estas alturas ninguna persona informada sobre la evolución de la cultura cubana del exilio podrá negar nuestro aporte, nuestra significación. Hemos sufrido pérdidas considerables, en ocasiones a consecuencia del sida; pero todos los que no están ya con nosotros (Arenas, Valero, Victoria; pintores como Carlos Alfonzo, Ernesto Briel, Juan Boza, entre muchos otros) han dejado una obra considerable, forjada en libertad. Y los que aún estamos con vida seguimos trabajando, convencidos hoy, más que nunca, de nuestra misión como intelectuales: estar siempre del lado de la verdad. Nuestro país ha sufrido durante demasiado tiempo una sobrecarga de mentiras.
Reinaldo García Ramos.
Viernes 23 de Abril de 2010, Miami.
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Reinaldo Garcia-Ramos,
USA.
Wednesday, April 21, 2010
Monday, April 19, 2010
Mariel and Our Lady of Charity
Cepp Selgas / Virgin of Cobre with Three Marielitos / Oil on wood / 15X31in. / 1987 / Detail.
*
Our Lady of Charity is the most important of all other Cuban religious icons. This well known image stands on a thin half moon, behind her is a stormy background. This is represented in many other images of the Virgin Mary, but in this one however she is perpetually there protecting us Cubans from the danger we face when venturing out to sea, as depicted by the little boat with three fortunate fishermen at her feet. This comforting icon has always given us the necessary strength when we decide to risk our lives going north in such toy-like artifacts.
I was trying to bring that point across when I used a toy boat in my assemblage titled "Virgin of Cobre with Three Marielitos". I added a photo-collage of images of fellow Cuban artists Ernesto Briel, Juan Boza with my own, to show that such an "act of faith" was still at large.
In mid 1987 my mother was very sick, but as a Marielito I was barred from going to Cuba. I made this piece as a spiritual connection with her. This image was the only talisman I trusted.
*
Full image of the piece.
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Our Lady of Charity is the most important of all other Cuban religious icons. This well known image stands on a thin half moon, behind her is a stormy background. This is represented in many other images of the Virgin Mary, but in this one however she is perpetually there protecting us Cubans from the danger we face when venturing out to sea, as depicted by the little boat with three fortunate fishermen at her feet. This comforting icon has always given us the necessary strength when we decide to risk our lives going north in such toy-like artifacts.
I was trying to bring that point across when I used a toy boat in my assemblage titled "Virgin of Cobre with Three Marielitos". I added a photo-collage of images of fellow Cuban artists Ernesto Briel, Juan Boza with my own, to show that such an "act of faith" was still at large.
In mid 1987 my mother was very sick, but as a Marielito I was barred from going to Cuba. I made this piece as a spiritual connection with her. This image was the only talisman I trusted.
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Full image of the piece.
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Juan Boza,
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USA.
Saturday, April 17, 2010
Cepp Selgas / Self Portrait With Star
Oil on canvas / 36X32in. / 1983.
This painting is my first piece dealing with the Mariel theme.
I used my image reflected in the boat-owner' sun glasses while departing from Cuba in the middle of a sea storm, just like a mini home movie I was playing on my mind , but the main reason of this portrait was for a double victory celebration. Since 1982 I was actually working as an illustrator and graphic designer for The Inter American Safety Council' official magazine in USA; that explain the suit.
Not bad for a Marielito!.
This painting is my first piece dealing with the Mariel theme.
I used my image reflected in the boat-owner' sun glasses while departing from Cuba in the middle of a sea storm, just like a mini home movie I was playing on my mind , but the main reason of this portrait was for a double victory celebration. Since 1982 I was actually working as an illustrator and graphic designer for The Inter American Safety Council' official magazine in USA; that explain the suit.
Not bad for a Marielito!.
Friday, April 16, 2010
Wednesday, April 14, 2010
Llegamos al muelle / Reinaldo García-Ramos
Capítulo del libro inédito Cuerpos al borde de una isla / mi salida de Cuba por Mariel.
*
─ Agarre bien al niño ─le dije a la mujer cuando salimos a la explanada y la claridad me encandiló.
Pero ella no escuchaba; estaba como ida, ensimismada. La vi mover los labios, quizás iba rezando. O hablando bajito consigo misma.
─ ¡Arriba, avanzando derecho hacia el muelle! ─nos grito uno de los soldados que custodiaban aquel descampado.
Enseguida otros guardias se pusieron a ambos lados de nuestra fila y nos fueron guiando, se dieron cuenta de que estábamos desorientados. Tras dos días de espera en la pobre iluminación del hangar, nuestras pupilas se asustaron con lo que quedaba del sol; necesitaron cierto tiempo para reaccionar. La madre con sus dos niños iba al frente, pero daba tumbos y no atinaba a avanzar en línea recta. Aunque eran casi las 6 de la tarde, incluso la luz moderada del atardecer nos molestaba.
Al llegar a Mariel el día antes nuestro grupo tenía unas treinta personas; pero se había reducido: seríamos ahora menos de veinte. Nunca supe qué había pasado con los otros. Pero poco importaba; lo cierto era que ya estábamos andando por la explanada, con los guardias al lado, y nos acercábamos cada vez más al enorme espigón donde estaban atracados los barcos. Nadie en la fila dijo nada, nadie miró para ningún lado, pero todos sabíamos que lo que estaba ocurriendo era decisivo.
Aunque íbamos muy despacio, sólo nos tomó unos minutos atravesar el terraplén pedregoso y llegar hasta el muelle. Cada paso me resultó doloroso, difícil, no por nada sentimental, sino porque llevaba unos zapatos horribles que me molestaban en el calcañal. Pero aun así, cuando di los primeros pasos sobre el muelle sentí con gratitud la diferencia que había entre la filosa gravilla de la explanada y las tablas del embarcadero. El espigón estaba hecho de madera corriente, muy astillada, pero yo lo acepté como si fuera una alfombra impecable, divina. Desde que di el primer paso me sentí sosegado, como si flotara.
El soldado que nos guiaba al frente se paró de pronto a un lado del espigón.
─ A ver, a ver, ordenadamente van a ir subiendo a este camaronero… ─se había puesto las manos ante la boca formando una bocina.
En el lugar que él señaló vi un casco de metal rojizo, cubierto de manchas grasientas, que hacia la proa tenía un nombre pintado en grandes letras negras: Cathy Joe. Era un barco bastante grande, un camaronero que mantenía alzadas las grúas laterales, como dos alas raquíticas y rígidas. Alguien comentó que esas grúas le daban a ese tipo de embarcación cierta estabilidad adicional en caso de apuro; nadie del grupo añadió nada, era mejor no hacerse ilusiones de antemano. El barco flotaba con bastante aplomo junto al muelle, pero estaba repleto. Cientos de cabezas se asomaban por la borda en lo alto.
─ ¡Ahí no cabe ni un alfiler! ─me dijo bajito el que estaba detrás en la fila.
Pensé lo mismo, pero no quise responder. Hubo murmullos similares en el resto de nuestro grupo, mientras el soldado esperaba que del barco bajaran una pasarela. De pronto apareció en la cubierta un hombre cincuentón bastante grueso, con gorra de béisbol, rubicundo y de aspecto saludable, que empezó a soltar unos gritos desenfrenados en inglés.
─ That’s it, that’s it! ─le hacía gestos de rechazo con ambas manos a los soldados del muelle para evitar que nosotros subiéramos a bordo─. God dammit! I don’t want any more fucking passengers on my ship! I’ve got already 340! Do you hear me? This ship is overloaded!
Por supuesto, aquel era el patrón del camaronero, y estaba aterrado por la cantidad de personas que ya le habían metido en su nave. Uno no tenía que saber mucho inglés ni ser un marino experimentado para darse cuenta de que aquella embarcación tenía a bordo a una cantidad excesiva de pasajeros.
Los soldados no dieron muestras de inmutarse, ninguno de ellos sabía una palabra de inglés, pero lo que dijera aquel gordo desgañitado los tenía sin cuidado. Uno de ellos que ya estaba desde antes a bordo del camaronero se las agenció entonces para bajar la pasarela y empezó a hacernos señas para que subiéramos. El gordo estalló en nuevas imprecaciones, pero se dio por vencido y desapareció en su cabina de mando.
Ayudé como pude a la madre y los dos niños, que fueron los primeros en empezar a subir. Las manos me temblaban y fue muy poco lo que pude hacer por ellos; pero además, ella de pronto se despojó de todo aturdimiento y empezó a dar unos pasos muy firmes sobre la pasarela inclinada. Llevaba al menor de sus hijos cargado y sostenía al otro por la mano. Curiosamente, los niños estaban muy tranquilos; no lloraron ni preguntaron nada.
Yo la seguí, atento a ella por si resbalaba o algo, y la fila fue subiendo detrás de mí. Sentí como si mis huesos se alargaran y mis movimientos se hicieran más lentos: el ascenso a cubierta me pareció infinito. Debido a la inclinación, tuve la impresión de que cada paso que fui dando era un lento esfuerzo por no retroceder. Parecía que cada pisada en la madera nos estuviera acercando a una explosión, a un cataclismo. Cada tramo que vencía me desprendía pesadamente de las tablas del muelle; pero una densa brea invisible imantaba todavía nuestros cuerpos, los llamaba hacia atrás, hacia la costa, hacia los límites eternos de la isla.
Al terminar de subir tuve que hacer equilibrio para no resbalar en la cubierta. Apenas se podía avanzar, de tanta gente que había allí cerca. Vi que en otras zonas de la cubierta había más espacio libre, pero la mayoría de los viajeros se había acumulado en el lado que quedaba frente al muelle: nadie quería perder su puesto cerca de la borda, para mirar lo que ocurría afuera. Nadie quería perderse un solo detalle de la partida. Con esfuerzo logré dar dos o tres pasos hacia el interior de la cubierta y después me volví para ver si todos los de mi grupo habían llegado. Empinándome un poco vi que ya no quedaba ninguno de ellos en el muelle.
Imagen:
Cepp Selgas / Gifts From The Sea / Acrílico sobre papel / 36x36in. / 2007.
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─ Agarre bien al niño ─le dije a la mujer cuando salimos a la explanada y la claridad me encandiló.
Pero ella no escuchaba; estaba como ida, ensimismada. La vi mover los labios, quizás iba rezando. O hablando bajito consigo misma.
─ ¡Arriba, avanzando derecho hacia el muelle! ─nos grito uno de los soldados que custodiaban aquel descampado.
Enseguida otros guardias se pusieron a ambos lados de nuestra fila y nos fueron guiando, se dieron cuenta de que estábamos desorientados. Tras dos días de espera en la pobre iluminación del hangar, nuestras pupilas se asustaron con lo que quedaba del sol; necesitaron cierto tiempo para reaccionar. La madre con sus dos niños iba al frente, pero daba tumbos y no atinaba a avanzar en línea recta. Aunque eran casi las 6 de la tarde, incluso la luz moderada del atardecer nos molestaba.
Al llegar a Mariel el día antes nuestro grupo tenía unas treinta personas; pero se había reducido: seríamos ahora menos de veinte. Nunca supe qué había pasado con los otros. Pero poco importaba; lo cierto era que ya estábamos andando por la explanada, con los guardias al lado, y nos acercábamos cada vez más al enorme espigón donde estaban atracados los barcos. Nadie en la fila dijo nada, nadie miró para ningún lado, pero todos sabíamos que lo que estaba ocurriendo era decisivo.
Aunque íbamos muy despacio, sólo nos tomó unos minutos atravesar el terraplén pedregoso y llegar hasta el muelle. Cada paso me resultó doloroso, difícil, no por nada sentimental, sino porque llevaba unos zapatos horribles que me molestaban en el calcañal. Pero aun así, cuando di los primeros pasos sobre el muelle sentí con gratitud la diferencia que había entre la filosa gravilla de la explanada y las tablas del embarcadero. El espigón estaba hecho de madera corriente, muy astillada, pero yo lo acepté como si fuera una alfombra impecable, divina. Desde que di el primer paso me sentí sosegado, como si flotara.
El soldado que nos guiaba al frente se paró de pronto a un lado del espigón.
─ A ver, a ver, ordenadamente van a ir subiendo a este camaronero… ─se había puesto las manos ante la boca formando una bocina.
En el lugar que él señaló vi un casco de metal rojizo, cubierto de manchas grasientas, que hacia la proa tenía un nombre pintado en grandes letras negras: Cathy Joe. Era un barco bastante grande, un camaronero que mantenía alzadas las grúas laterales, como dos alas raquíticas y rígidas. Alguien comentó que esas grúas le daban a ese tipo de embarcación cierta estabilidad adicional en caso de apuro; nadie del grupo añadió nada, era mejor no hacerse ilusiones de antemano. El barco flotaba con bastante aplomo junto al muelle, pero estaba repleto. Cientos de cabezas se asomaban por la borda en lo alto.
─ ¡Ahí no cabe ni un alfiler! ─me dijo bajito el que estaba detrás en la fila.
Pensé lo mismo, pero no quise responder. Hubo murmullos similares en el resto de nuestro grupo, mientras el soldado esperaba que del barco bajaran una pasarela. De pronto apareció en la cubierta un hombre cincuentón bastante grueso, con gorra de béisbol, rubicundo y de aspecto saludable, que empezó a soltar unos gritos desenfrenados en inglés.
─ That’s it, that’s it! ─le hacía gestos de rechazo con ambas manos a los soldados del muelle para evitar que nosotros subiéramos a bordo─. God dammit! I don’t want any more fucking passengers on my ship! I’ve got already 340! Do you hear me? This ship is overloaded!
Por supuesto, aquel era el patrón del camaronero, y estaba aterrado por la cantidad de personas que ya le habían metido en su nave. Uno no tenía que saber mucho inglés ni ser un marino experimentado para darse cuenta de que aquella embarcación tenía a bordo a una cantidad excesiva de pasajeros.
Los soldados no dieron muestras de inmutarse, ninguno de ellos sabía una palabra de inglés, pero lo que dijera aquel gordo desgañitado los tenía sin cuidado. Uno de ellos que ya estaba desde antes a bordo del camaronero se las agenció entonces para bajar la pasarela y empezó a hacernos señas para que subiéramos. El gordo estalló en nuevas imprecaciones, pero se dio por vencido y desapareció en su cabina de mando.
Ayudé como pude a la madre y los dos niños, que fueron los primeros en empezar a subir. Las manos me temblaban y fue muy poco lo que pude hacer por ellos; pero además, ella de pronto se despojó de todo aturdimiento y empezó a dar unos pasos muy firmes sobre la pasarela inclinada. Llevaba al menor de sus hijos cargado y sostenía al otro por la mano. Curiosamente, los niños estaban muy tranquilos; no lloraron ni preguntaron nada.
Yo la seguí, atento a ella por si resbalaba o algo, y la fila fue subiendo detrás de mí. Sentí como si mis huesos se alargaran y mis movimientos se hicieran más lentos: el ascenso a cubierta me pareció infinito. Debido a la inclinación, tuve la impresión de que cada paso que fui dando era un lento esfuerzo por no retroceder. Parecía que cada pisada en la madera nos estuviera acercando a una explosión, a un cataclismo. Cada tramo que vencía me desprendía pesadamente de las tablas del muelle; pero una densa brea invisible imantaba todavía nuestros cuerpos, los llamaba hacia atrás, hacia la costa, hacia los límites eternos de la isla.
Al terminar de subir tuve que hacer equilibrio para no resbalar en la cubierta. Apenas se podía avanzar, de tanta gente que había allí cerca. Vi que en otras zonas de la cubierta había más espacio libre, pero la mayoría de los viajeros se había acumulado en el lado que quedaba frente al muelle: nadie quería perder su puesto cerca de la borda, para mirar lo que ocurría afuera. Nadie quería perderse un solo detalle de la partida. Con esfuerzo logré dar dos o tres pasos hacia el interior de la cubierta y después me volví para ver si todos los de mi grupo habían llegado. Empinándome un poco vi que ya no quedaba ninguno de ellos en el muelle.
Imagen:
Cepp Selgas / Gifts From The Sea / Acrílico sobre papel / 36x36in. / 2007.
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Mariel,
Reinaldo Garcia-Ramos,
USA.
Sunday, April 11, 2010
MARIEL / Not Hemingway...exactly!
...a lot like Ernest though.
These four drawings of mine (all about Boats) were created in 1990 and published by "La Nuez" magazine, New York 1991. Edition and Direction of Rafael Bordao.
*
The Mariel experience was definitely a drama by itself, but only after a whole decade went by, and based on my own experience I could finally make sense of the whole picture.
*
It was not only the bad credentials given to us by the "Havana-medalagana-bitch". You see, before "1989-the fall of the Berlin Wall", it was trendy to be "lefty" in this country and the Western World in general, as dictated by the "infamous-Holy like-intelligence". Being Cuban artists and residents in USA by our own-will, was a disadvantage that other Cuban American artists didn't confront, because most of the Cubans in the art scene already here, were originally brought by their parents basically two decades before. And that explains "Los Maceitos".
Very simple "Maceitos:good, Marielitos:bad".
*
Anyway, mine and Ernesto' agenda was to build a "human-life" first, and then "art-passion" will make it's way naturally.
Not an "starving artist project" at all.
*
We were so happy to be out of Cuba, grateful for all the nice people we had the fortune to meet and lucky to have found art-related works and most important, the fact that we were living in freedom.
After all "The American Dream" was not what brought us here. It was "The Cuban Nightmare".
These four drawings of mine (all about Boats) were created in 1990 and published by "La Nuez" magazine, New York 1991. Edition and Direction of Rafael Bordao.
*
The Mariel experience was definitely a drama by itself, but only after a whole decade went by, and based on my own experience I could finally make sense of the whole picture.
*
It was not only the bad credentials given to us by the "Havana-medalagana-bitch". You see, before "1989-the fall of the Berlin Wall", it was trendy to be "lefty" in this country and the Western World in general, as dictated by the "infamous-Holy like-intelligence". Being Cuban artists and residents in USA by our own-will, was a disadvantage that other Cuban American artists didn't confront, because most of the Cubans in the art scene already here, were originally brought by their parents basically two decades before. And that explains "Los Maceitos".
Very simple "Maceitos:good, Marielitos:bad".
*
Anyway, mine and Ernesto' agenda was to build a "human-life" first, and then "art-passion" will make it's way naturally.
Not an "starving artist project" at all.
*
We were so happy to be out of Cuba, grateful for all the nice people we had the fortune to meet and lucky to have found art-related works and most important, the fact that we were living in freedom.
After all "The American Dream" was not what brought us here. It was "The Cuban Nightmare".
Friday, April 9, 2010
Mariel, 1980 / Zoé Valdés
A Jesús Cepp Selgas, a Lissette Lorenzo, a Juan Abreu, a Siria (en el recuerdo), a todos los amigos marielitos.
Mamá estaba dormida frente a la televisión, de súbito suspendieron la programación para dar la noticia, una turba se había metido en la Embajada del Perú. Yo conozco a alguien en esa embajada. Hace semanas que me doy citas, a escondidas, a uno de los hijos del embajador. Yo salía de la universidad y me dio botella en su carro, primer peruano rubio que yo conocía, con un lunar inmenso en la cara, más bien una mancha.
Mamá se levantó del sofá, mientras se dirigía al cuarto, me dijo: “Recoge algunas cosas, vamos a meternos en la embajada”. Respondí: ¡Ah, no, qué va, tú estás loca! “Dale, dale, decía ella, apúrate”. Me incorporé del sofá halándome la pata del short que se me metía entre las nalgas: Yo no me voy a ninguna parte. “Pues tú eres una comemierda, siempre has sido una comemierda”. Discutimos largo rato, ella se empinó la botella de guafarina, dio varias vueltas en el cuarto, y se tiró en la cama; al rato, roncaba.
Aproveché para salir, era tarde. Fui hasta el solar del patio con la fuente de Neptuno, a dos cuadras de mi casa, en la calle Empedrado. Irenia estaba sentada en el quicio con un nilon en la mano, a través de la transparencia del plástico, sellado con un candado de plástico también –muy a la moda por aquella época-, pude advertir lo que había dentro: cepillo de dientes, el tubo plateado de la pasta, alguna ropa… “Me largo de esta isla, estoy esperando a Amanda”. Era otra amiga nuestra.
-¡Se van a meter en la embajada!
“Claro, ¿qué coño voy a seguir haciendo aquí? Si no consigo ni un preso político para casarme:”
Mi madre llevaba años buscando uno para lo mismo.
-Irenia, no te vayas, no me dejen…
“Ah, deja eso, échate p’allá con el sentimentalismo… eeeh… Ven con nosotros.”
-Mamá también quiere irse.
-Dale, ahora es el momento.
En eso llegó Amanda. No les habían dicho nada a sus padres. “¿Para qué, tú niña, si ellos son ñángaras?” Se alejaron, no sin antes abrazarme. Pero no fue un abrazo triste de parte de ellas. No. Ellas iban super embulladas de irse para la Yuma, yo diría que jamás las vi tan contentas.
Volví a casa y mami no estaba. Me acosté en mi lado, dormíamos juntas a falta de espacio y de cama. Mamá no regresó en toda la noche. Ni al día siguiente. Dos días después se apareció, toda despelusá, sucia, con unos moretones en el brazo. Yo había ido al DTI que tenía en la esquina de mi casa, a prevenir de su desaparición, pero el oficial me respondió socarrón: “Andará borracha por ahí”. Acostumbrado como estaba a verla aparecer dando tumbos desde la calle Montserrate.
“Me metí en la Embajada.” Estaba más sobria que yo. ¿Cómo? Pregunté azorada. ¿Sin mí? ¡¿Te ibas a ir sin mí?! “Pedí un salvoconducto para venir a buscarte. Pero te advierto que eso allá dentro no es jamón. No es jamón, nada suave. Tremenda fajatera por comer, para mear, para cagar. De pinga, queridos amiguitos.” ¿Por qué no esperábamos un poco a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos? Pregunté. Ella bajó la cabeza, destrozada por el cansancio, no había dormido nada, asintió.
Esperamos unos días. No nos decidimos. Ella retomó el trabajo de lunchera en la cafetería América, aunque no había nada que lunchear desde hacía años.
Cada día, en la facultad, me enteraba de que fulano y mengana, y sutanejo, se habían colado en la embajada. Y nosotras esperando. ¿Esperando qué?
No recuerdo cómo fue que nos enteramos de que las embarcaciones estaban llegando desde Miami a recoger familiares en el Puerto de Mariel. Creo que mi abuela paterna nos dio la noticia, nos comentó que a mi padre y a mis hermanos los vendrían a buscar. Mi madre llevaba días con tremenda depresión, bebiendo guafarina con meprobamato, porque entretanto, habían cerrado la embajada, y con lo que le acababa de decir mi abuela, se puso peor.
Nosotras no teníamos a nadie en la Yuma que nos rescatara. El hermano de la madre de mis hermanos fue en dos ocasiones, se gastó los ahorros de toda una vida, y en dos oportunidades le llenaron el barco de lo que los esbirros llamaban gusanos, escoria, y demás insultos. Mi papá había sido preso político, mi abuela pensaba que ese era el motivo por el que no lo dejaban salir. Se quedó varado. Tuvieron que marcharse después, por otras vías, y separados, dos años más tarde.
En la escuela nos presionaban para que nos pusiéramos a hacer mítines de repudio contra los “traidores de la patria”. Yo siempre me escabullía con un pretexto, hasta que fueron ellos los que encontraron el pretexto, y me botaron dos años de la universidad.
Estaba harta de ver a mi madre como una zombi, y antes de caer yo también en tremenda depresión me fui a quedarme a dormir a casa de mi mejor amiga. A la mañana siguiente, después de bañarme, ella me hizo un torniquete para alisarme el pelo con una caja de talco Brisa, me puso los ganchitos y un pañuelito azul con hilitos dorados que me cubría el estrambótico peinado.
Bajé por la calle Lealtad hacia el Malecón. Siempre regresaba a La Habana Vieja por el Malecón, bordeando el mar, tostándome al sol u oliendo el aroma de la brisa marina. Pero allí me topé con una marejada de gente furibunda, que gritaba horrores contra la escoria, contra la gusanera, ojos botados, rostros descompuestos. Apenas se podía caminar por el Malecón, yo iba por los portales, escurriéndome en dirección contraria a las turbas. En una de ésas, una mujer cruzó su mirada con la mía, y extrañada de que yo avanzara en dirección inversa a la manifestación se me acercó: “¿A dónde tú te crees que vas?” A mi casa, respondí. “¿A tu casa, cómo que a tu casa? De eso nada, monada, tienes que incorporarte como cada cubano, en contra de la escoria y del imperialismo”. Sólo balbuceé un no, bajito. “¿Cómo que no?” Entonces me agarró por el rolo de talco, por el moño, y me haló, y empezó a gritarme insultos, y se sumaron los demás, a golpearme, a arrastrarme, me arrancaron el rolo, el pañuelo, mechones, me patearon. Conseguí escaparme, pero me volvieron a atrapar, decidí caminar tranquila, junto a ellos, unas cuadras, en silencio, no podía contener las lágrimas de rabia; esperé a que se entretuvieran en otra cosa, seguían agitando banderolas, pancartas, injuriaban, el ruido era insoportable, me fui quedado rezagada, y por la primera calle doblé hacia el interior de Centro Habana.
Nunca he corrido más en mi vida, las calles estaban desiertas, los que no se hallaban en la movilización, vigilaban agazapados detrás de las puertas y las ventanas… Llegué a mi casa. Mami ausente.
Llegó al anochecer, roja de ira, roja también por el sol que había cogido. Los del CDR la habían sacado temprano del diminuto apartamento, obligada, para que asistiera a la protesta. Si no iba, agregarían su apática ausencia al expediente laboral, y perdería el derecho al refrigerador que estaba esperando ganarse desde hacía mil años.
Mamá encendió la televisión. Fidel Castro daba otro discurso. Lo apagó. Murmuró: “Yo lo que quiero es morirme de una vez”. ¿Y yo, qué me haría sin ti? Musité. “Ve a ver a tus amigas, anda”. Acababa de venir de la casa de una de ellas, y también ella, deprimida, no paraba de repetir que se quería morir, las otras se habían metido en la embajada, y un tiempo después, que les pareció un siglo, fueron a parar a una carpa en Perú, hasta que consiguieron irse a Miami.
Han pasado treinta años. Mi madre, de tanto repetir que se quería morir, por fin se murió. Yo no, yo siempre he querido vivir. Y el día en que no quiera más, no espero por la muerte, voy a buscarla.
Hace poco, mientras hablaba con un amigo mío, marielito, con el que rememoraba todos aquellos días horrorosos, le pregunté cómo había hecho para incorporarse al mundo, para entender lo que era vivir en libertad.
-No fue fácil, no lo ha sido, aún no lo es… He tenido que exigirme mucho, más de lo que yo pensaba, pero al final, no daría un paso atrás si tuviera que volverlo a hacer… He viajado a todas partes, me quedan pocos países por conocer, me siento tan limpio… Lo primero que sentí fue eso: limpieza, como si toda la podredumbre la hubiera dejado atrás. Y claro, salí con esa pretensión a la que nos han acostumbrado, como si los cubanos fuéramos la última Coca-Cola del desierto, como si fuéramos lo máximo, y aprendí a bajar el tono, me acostumbré a ser una persona normal… Figúrate que, en mi primera estancia en España, lo primero que hice fue ir al Escorial.
¿Y eso por qué? Inquirí, curiosa.
-Yo pensaba que El Escorial era un monumento que nos habían hecho a los marielitos, por el aquello de que nos llamaban escoria.
Nos despatarramos de la risa.
Zoé Valdés.
Mamá estaba dormida frente a la televisión, de súbito suspendieron la programación para dar la noticia, una turba se había metido en la Embajada del Perú. Yo conozco a alguien en esa embajada. Hace semanas que me doy citas, a escondidas, a uno de los hijos del embajador. Yo salía de la universidad y me dio botella en su carro, primer peruano rubio que yo conocía, con un lunar inmenso en la cara, más bien una mancha.
Mamá se levantó del sofá, mientras se dirigía al cuarto, me dijo: “Recoge algunas cosas, vamos a meternos en la embajada”. Respondí: ¡Ah, no, qué va, tú estás loca! “Dale, dale, decía ella, apúrate”. Me incorporé del sofá halándome la pata del short que se me metía entre las nalgas: Yo no me voy a ninguna parte. “Pues tú eres una comemierda, siempre has sido una comemierda”. Discutimos largo rato, ella se empinó la botella de guafarina, dio varias vueltas en el cuarto, y se tiró en la cama; al rato, roncaba.
Aproveché para salir, era tarde. Fui hasta el solar del patio con la fuente de Neptuno, a dos cuadras de mi casa, en la calle Empedrado. Irenia estaba sentada en el quicio con un nilon en la mano, a través de la transparencia del plástico, sellado con un candado de plástico también –muy a la moda por aquella época-, pude advertir lo que había dentro: cepillo de dientes, el tubo plateado de la pasta, alguna ropa… “Me largo de esta isla, estoy esperando a Amanda”. Era otra amiga nuestra.
-¡Se van a meter en la embajada!
“Claro, ¿qué coño voy a seguir haciendo aquí? Si no consigo ni un preso político para casarme:”
Mi madre llevaba años buscando uno para lo mismo.
-Irenia, no te vayas, no me dejen…
“Ah, deja eso, échate p’allá con el sentimentalismo… eeeh… Ven con nosotros.”
-Mamá también quiere irse.
-Dale, ahora es el momento.
En eso llegó Amanda. No les habían dicho nada a sus padres. “¿Para qué, tú niña, si ellos son ñángaras?” Se alejaron, no sin antes abrazarme. Pero no fue un abrazo triste de parte de ellas. No. Ellas iban super embulladas de irse para la Yuma, yo diría que jamás las vi tan contentas.
Volví a casa y mami no estaba. Me acosté en mi lado, dormíamos juntas a falta de espacio y de cama. Mamá no regresó en toda la noche. Ni al día siguiente. Dos días después se apareció, toda despelusá, sucia, con unos moretones en el brazo. Yo había ido al DTI que tenía en la esquina de mi casa, a prevenir de su desaparición, pero el oficial me respondió socarrón: “Andará borracha por ahí”. Acostumbrado como estaba a verla aparecer dando tumbos desde la calle Montserrate.
“Me metí en la Embajada.” Estaba más sobria que yo. ¿Cómo? Pregunté azorada. ¿Sin mí? ¡¿Te ibas a ir sin mí?! “Pedí un salvoconducto para venir a buscarte. Pero te advierto que eso allá dentro no es jamón. No es jamón, nada suave. Tremenda fajatera por comer, para mear, para cagar. De pinga, queridos amiguitos.” ¿Por qué no esperábamos un poco a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos? Pregunté. Ella bajó la cabeza, destrozada por el cansancio, no había dormido nada, asintió.
Esperamos unos días. No nos decidimos. Ella retomó el trabajo de lunchera en la cafetería América, aunque no había nada que lunchear desde hacía años.
Cada día, en la facultad, me enteraba de que fulano y mengana, y sutanejo, se habían colado en la embajada. Y nosotras esperando. ¿Esperando qué?
No recuerdo cómo fue que nos enteramos de que las embarcaciones estaban llegando desde Miami a recoger familiares en el Puerto de Mariel. Creo que mi abuela paterna nos dio la noticia, nos comentó que a mi padre y a mis hermanos los vendrían a buscar. Mi madre llevaba días con tremenda depresión, bebiendo guafarina con meprobamato, porque entretanto, habían cerrado la embajada, y con lo que le acababa de decir mi abuela, se puso peor.
Nosotras no teníamos a nadie en la Yuma que nos rescatara. El hermano de la madre de mis hermanos fue en dos ocasiones, se gastó los ahorros de toda una vida, y en dos oportunidades le llenaron el barco de lo que los esbirros llamaban gusanos, escoria, y demás insultos. Mi papá había sido preso político, mi abuela pensaba que ese era el motivo por el que no lo dejaban salir. Se quedó varado. Tuvieron que marcharse después, por otras vías, y separados, dos años más tarde.
En la escuela nos presionaban para que nos pusiéramos a hacer mítines de repudio contra los “traidores de la patria”. Yo siempre me escabullía con un pretexto, hasta que fueron ellos los que encontraron el pretexto, y me botaron dos años de la universidad.
Estaba harta de ver a mi madre como una zombi, y antes de caer yo también en tremenda depresión me fui a quedarme a dormir a casa de mi mejor amiga. A la mañana siguiente, después de bañarme, ella me hizo un torniquete para alisarme el pelo con una caja de talco Brisa, me puso los ganchitos y un pañuelito azul con hilitos dorados que me cubría el estrambótico peinado.
Bajé por la calle Lealtad hacia el Malecón. Siempre regresaba a La Habana Vieja por el Malecón, bordeando el mar, tostándome al sol u oliendo el aroma de la brisa marina. Pero allí me topé con una marejada de gente furibunda, que gritaba horrores contra la escoria, contra la gusanera, ojos botados, rostros descompuestos. Apenas se podía caminar por el Malecón, yo iba por los portales, escurriéndome en dirección contraria a las turbas. En una de ésas, una mujer cruzó su mirada con la mía, y extrañada de que yo avanzara en dirección inversa a la manifestación se me acercó: “¿A dónde tú te crees que vas?” A mi casa, respondí. “¿A tu casa, cómo que a tu casa? De eso nada, monada, tienes que incorporarte como cada cubano, en contra de la escoria y del imperialismo”. Sólo balbuceé un no, bajito. “¿Cómo que no?” Entonces me agarró por el rolo de talco, por el moño, y me haló, y empezó a gritarme insultos, y se sumaron los demás, a golpearme, a arrastrarme, me arrancaron el rolo, el pañuelo, mechones, me patearon. Conseguí escaparme, pero me volvieron a atrapar, decidí caminar tranquila, junto a ellos, unas cuadras, en silencio, no podía contener las lágrimas de rabia; esperé a que se entretuvieran en otra cosa, seguían agitando banderolas, pancartas, injuriaban, el ruido era insoportable, me fui quedado rezagada, y por la primera calle doblé hacia el interior de Centro Habana.
Nunca he corrido más en mi vida, las calles estaban desiertas, los que no se hallaban en la movilización, vigilaban agazapados detrás de las puertas y las ventanas… Llegué a mi casa. Mami ausente.
Llegó al anochecer, roja de ira, roja también por el sol que había cogido. Los del CDR la habían sacado temprano del diminuto apartamento, obligada, para que asistiera a la protesta. Si no iba, agregarían su apática ausencia al expediente laboral, y perdería el derecho al refrigerador que estaba esperando ganarse desde hacía mil años.
Mamá encendió la televisión. Fidel Castro daba otro discurso. Lo apagó. Murmuró: “Yo lo que quiero es morirme de una vez”. ¿Y yo, qué me haría sin ti? Musité. “Ve a ver a tus amigas, anda”. Acababa de venir de la casa de una de ellas, y también ella, deprimida, no paraba de repetir que se quería morir, las otras se habían metido en la embajada, y un tiempo después, que les pareció un siglo, fueron a parar a una carpa en Perú, hasta que consiguieron irse a Miami.
Han pasado treinta años. Mi madre, de tanto repetir que se quería morir, por fin se murió. Yo no, yo siempre he querido vivir. Y el día en que no quiera más, no espero por la muerte, voy a buscarla.
Hace poco, mientras hablaba con un amigo mío, marielito, con el que rememoraba todos aquellos días horrorosos, le pregunté cómo había hecho para incorporarse al mundo, para entender lo que era vivir en libertad.
-No fue fácil, no lo ha sido, aún no lo es… He tenido que exigirme mucho, más de lo que yo pensaba, pero al final, no daría un paso atrás si tuviera que volverlo a hacer… He viajado a todas partes, me quedan pocos países por conocer, me siento tan limpio… Lo primero que sentí fue eso: limpieza, como si toda la podredumbre la hubiera dejado atrás. Y claro, salí con esa pretensión a la que nos han acostumbrado, como si los cubanos fuéramos la última Coca-Cola del desierto, como si fuéramos lo máximo, y aprendí a bajar el tono, me acostumbré a ser una persona normal… Figúrate que, en mi primera estancia en España, lo primero que hice fue ir al Escorial.
¿Y eso por qué? Inquirí, curiosa.
-Yo pensaba que El Escorial era un monumento que nos habían hecho a los marielitos, por el aquello de que nos llamaban escoria.
Nos despatarramos de la risa.
Zoé Valdés.
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Zoé Valdés.
Thursday, April 8, 2010
Souvenir de Paris / My Own French Connection
Limited edition of "Selgas / Les dieux interdits / Ars Atelier / Paris, 2010" T-shirt.
This T-shirt was produced as a part of Ars Atelier promotion for my recent show. For a while it was lost by the mailing system but now it's here, joining my Video clip and my 2010 Zoe' Calendar, together with Gustavo' beautiful catalogue and the great show installation by Ricardo Vega. All that stuff that artist' dreams are made of, and...Paris!
This T-shirt was produced as a part of Ars Atelier promotion for my recent show. For a while it was lost by the mailing system but now it's here, joining my Video clip and my 2010 Zoe' Calendar, together with Gustavo' beautiful catalogue and the great show installation by Ricardo Vega. All that stuff that artist' dreams are made of, and...Paris!
Tuesday, April 6, 2010
Hablando Bloguerias No.24
ART-CHIVANDO & DES-ART-CHIVANDO:
*
Esta foto en el espejo, tan Borgiana y tan a lo Rembrandt es uno de mis favoritos retratos recientes…y hablando de “narcisismos”; por fin encontré una foto donde parcialmente se puede ver mi primer “Narciso”. Esta foto es de 1987 en la ciudad de Boston y fue tomada por Ernesto Briel en la casa del querido amigo Domingo de Montejo, su propietario desde entonces y responsable de su definitivo titulo “Narcissus”…pues yo lo llamaba “Acuarius”. Aun existe otro “Narciso”, también de formato grande y titulado “Aguas Mortales” de la misma fecha pero completamente expresionista.
*
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Esta foto en el espejo, tan Borgiana y tan a lo Rembrandt es uno de mis favoritos retratos recientes…y hablando de “narcisismos”; por fin encontré una foto donde parcialmente se puede ver mi primer “Narciso”. Esta foto es de 1987 en la ciudad de Boston y fue tomada por Ernesto Briel en la casa del querido amigo Domingo de Montejo, su propietario desde entonces y responsable de su definitivo titulo “Narcissus”…pues yo lo llamaba “Acuarius”. Aun existe otro “Narciso”, también de formato grande y titulado “Aguas Mortales” de la misma fecha pero completamente expresionista.
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Sunday, April 4, 2010
Carlitos' Way No. 5 / Final
Adios! (Foto-Carlitos).
El ultimo café. (Foto-Alicia).
Otra vez me asalta la inevitable “Conexión Francesa”. Sabido es que las maneras francesas traídas por Pedro el Grande a la Rusia medieval de entonces se tradujeron en la creación de San Petersburgo y trajeron con ellas la llamada "Modernización".
Este preámbulo lo creo necesario antes de decir que la repostería de San Petersburgo me gusta tanto como la francesa, la cual es mi favorita.
Para mi las papas de aquí son las mas ricas que he comido. No dije las más ricas del mundo, pues no he visitado todo el mundo. Obviamente.
*
Chocolates.
Así que he pasado cuatro días de Vodka, caviar, papas, café, dulces y chocolate, llenándome los ojos con la belleza imponente de esta ciudad donde vive- Carlitos y donde nos-morimos de la risa. Como siempre.
*
Con mi sobrino-nieto, Dinka, en el Metro de San Petersburgo, 1993.
Con Dinka y Carlitos en uno de los tantos centros comerciales de San Petersburgo, diecisiete años después.
Con Carlitos, San Petersburgo, 1993.
El ultimo café. (Foto-Alicia).
Otra vez me asalta la inevitable “Conexión Francesa”. Sabido es que las maneras francesas traídas por Pedro el Grande a la Rusia medieval de entonces se tradujeron en la creación de San Petersburgo y trajeron con ellas la llamada "Modernización".
Este preámbulo lo creo necesario antes de decir que la repostería de San Petersburgo me gusta tanto como la francesa, la cual es mi favorita.
Para mi las papas de aquí son las mas ricas que he comido. No dije las más ricas del mundo, pues no he visitado todo el mundo. Obviamente.
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Chocolates.
Así que he pasado cuatro días de Vodka, caviar, papas, café, dulces y chocolate, llenándome los ojos con la belleza imponente de esta ciudad donde vive- Carlitos y donde nos-morimos de la risa. Como siempre.
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Con mi sobrino-nieto, Dinka, en el Metro de San Petersburgo, 1993.
Con Dinka y Carlitos en uno de los tantos centros comerciales de San Petersburgo, diecisiete años después.
Con Carlitos, San Petersburgo, 1993.
Saturday, April 3, 2010
Carlitos' Way No.4
Friday, April 2, 2010
Carlitos' Way No. 3
San Petersburgo de noche está iluminado magistralmente. Las luces resaltan los relieves de sus monumentales edificios.
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Carlitos toma una foto de mi imagen en un espejo de la sofisticada cremería Venecia en la Avenida Nevsky.
*
Esta foto frente al Teatro Mariinsky-o de la Princesas María, sede del ballet y la ópera de San Petersburgo, es un homenaje a mi buen amigo Roger Salas, que en ocasión del bicentenario de Goya, diseñó en 1996 la escenografía y trajes para el ballet Gota Divertissement (de guión propio) con música de Glinka (terminando con su Jota Aragonesa). La orquesta la dirigió y el arreglo orquestal lo hizo Fedotov, el legendario director de orquesta de la institución, que ya murió. Roger ha sido el único extranjero en 102 años invitado a la parte plástica de una obra de creación. El teatro Mariinsky en su interior es bellísimo, en azul celeste y plata vieja (los colores de la princesa). En realidad era el segundo teatro de la ciudad, pero cuando se quemó la Gran Opera (o Bolshoi Opera) este ocupó su lugar y no se reconstruyó el otro, que era, dicen monumental, más que el de Moscú.
*
En esta ocasión la foto es de Alicia.
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Carlitos toma una foto de mi imagen en un espejo de la sofisticada cremería Venecia en la Avenida Nevsky.
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Esta foto frente al Teatro Mariinsky-o de la Princesas María, sede del ballet y la ópera de San Petersburgo, es un homenaje a mi buen amigo Roger Salas, que en ocasión del bicentenario de Goya, diseñó en 1996 la escenografía y trajes para el ballet Gota Divertissement (de guión propio) con música de Glinka (terminando con su Jota Aragonesa). La orquesta la dirigió y el arreglo orquestal lo hizo Fedotov, el legendario director de orquesta de la institución, que ya murió. Roger ha sido el único extranjero en 102 años invitado a la parte plástica de una obra de creación. El teatro Mariinsky en su interior es bellísimo, en azul celeste y plata vieja (los colores de la princesa). En realidad era el segundo teatro de la ciudad, pero cuando se quemó la Gran Opera (o Bolshoi Opera) este ocupó su lugar y no se reconstruyó el otro, que era, dicen monumental, más que el de Moscú.
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En esta ocasión la foto es de Alicia.
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Hablando Bloguerias No.23
Fiesta Disco!
No, no es una fiesta con música disco. Es una fiesta para mi PowerPoint-disco SELGAS 70-07; que un día como hoy, el pasado 2 de abril salió a la calle-como "Yayado" con su último detalle. El mejor detalle es que he encontrado el video musical adecuado para el evento. La música es del grupo Irlandés “The Pogues”, en escenarios españoles, Gaudí , plaza de toros, etc. Y para colmo la odiosa imagen del Che estampada en la capa del torero...OH!...Justicia Divina…el toro al final sale vencedor. Esto si que es una fiesta!
No, no es una fiesta con música disco. Es una fiesta para mi PowerPoint-disco SELGAS 70-07; que un día como hoy, el pasado 2 de abril salió a la calle-como "Yayado" con su último detalle. El mejor detalle es que he encontrado el video musical adecuado para el evento. La música es del grupo Irlandés “The Pogues”, en escenarios españoles, Gaudí , plaza de toros, etc. Y para colmo la odiosa imagen del Che estampada en la capa del torero...OH!...Justicia Divina…el toro al final sale vencedor. Esto si que es una fiesta!
Thursday, April 1, 2010
April / My 2010 Zoe' Calendar
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